Es muy agradable saber que al menos unos cuantos de nuestros vecinos son gente sensible amantes de la flora y de la fauna o eso que llaman ecología, que rima con poesía. Pero no nos confundamos.
Nuestra urbanización tiene la suerte de contar en su patrimonio con varios ejemplares de árboles magníficos, admirados por todos los que nos visitan, pero ello no quiere decir que, entre los cuidados que se les prodigan, se incluya la amnistía obligada a ejemplares que puedan resultar peligrosos por su mala salud y sean susceptibles de ocasionar accidentes.
Si además el ayuntamiento, que siempre vela por nuestro bienestar, nos conmina a su tala preventiva no ha lugar, en buen uso de la lógica, a ninguna discusión ni mucho menos a ejecutar acciones propias de comandos dignos de ser patrocinados por el Coronel Tapioca.
Señores, seamos serios y prudentes, que a nadie le gustaría que un golpe de viento haga caer una rama sobre algún vecino o vecinito y tengamos un disgusto.
Y para que hablar de gastos extraordinarios, multas y demás formas de invertir nuestro dinero, a las que nos estamos aficionando, sobre todo en la temporada declaratoria que atravesamos.
Tengamos la fiesta en paz.
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