Mis Reflexiones sobre la cuenta del Bar Andillas


 

 Por Rafael Fernández

 

En un principio las barandillas eran responsabilidad del propietario. Yo mismo las pinté una vez con mi muñeca y dije nunca más. (En aquel tiempo no se decía “nunca maïs” todavía; a lo sumo  hablábamos catalán en la intimidad; el gallego quedaba para las misas de Fraga en Cuba.)
Después, alguna vez me las pintó un profesional y... el pasado reciente no lo recuerdo.
Ahora me dicen que el buen estado de las barandillas es responsabilidad del Presidente. No le arriendo la ganancia si un propietario “raro” pone obstáculos a que se las pinten.
Si todas las barandillas fueran iguales, no habría problema en que la Comunidad gestionara el pintado y luego lo pagáramos entre todos (salvo los bajos). La dificultad surge porque hay al menos dos tipos de barandillas: las internas (del piso) y las “externalizadas”, porque el propietario ha cerrado la terraza (no tiraré la primera piedra contra la ilegalidad) y las barandillas han quedado inaccesibles desde el interior.
Con las barandillas internas no hay ningún problema: el pintor llega, el propietario le franquea la entrada, y las pinta en un santiamén. (Mejor, sin derramar pintura sobre el toldo de debajo.)
Pero con las “externalizadas” sospecho que no se va a poder proceder de manera tan sencilla. Orejilla dice que se está hablando de andamios; lo cual puede encarecer el trabajo desmesuradamente; no quiero pensar en sujetar un andamio hasta el 4º piso; y lo vulnerables que quedan entre tanto las viviendas.
Recuerdo vagamente que en el pasado se realizaron trabajos de fachada con la colaboración de acróbatas. Es una opción que se debe considerar. También, si se deberían pedir presupuestos separados para barandillas accesibles e inaccesibles; y facturar de forma distinta a los propietarios de unas y otras. Algunos tendrán de los dos tipos. Con la muestra que veo desde mi ventana, la proporción parece ser de 50-50.
Muchas gracias por leerme.
Rafael Fernández

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